viernes, 29 de marzo de 2013

El tema de moda

 No habrá un solo día en que no se hable de la maldita crisis y la madre que la parió (nunca mejor dicho...). Por lo tanto, ha sido casi inevitable para mí recordar aquellos tiempos.
 Aquellos tiempos en que trabajaba, me quejaba por trabajar, pero a su vez estaba contenta porque podía ahorrar para lo que más me gusta; viajar, estudiar y disfrutar. Ahora es imposible poner las noticias y que salga una noticia que DE VERDAD sea positiva, sale toda la mierda a la luz, la mierda que entre todos hemos generado, porque en cierta forma hemos jugado todos con fuego, unos más, algunos menos...
 Ahora buscar trabajo es el trabajo del parado. Lo peor que nos puede pasar a los que buscamos trabajo es que nos desmoralicen, que nos hagan sentir pequeños con los tantos requisitos que piden para sólo doblar ropa. Si nos desmoralizamos dejamos de buscar, entristecemos y morimos por dentro de pena, es casi imposible no caer en la trampa, pero no hay que parar, debemos seguir. Por suerte, mi trabajo en realidad es estudiar, pero el estudio genera muchos más gastos que ilusiones da. El estudio tendría que alegrar al estudiante, regarlo de sabiduría, llenarlo de ganas para entrar en el mercado laboral, y no, los profesores se esfuerzan en que sea al revés normalmente, ya nos avisan de en la mierda en la que nos vamos a meter. Busco trabajo pero no me puedo ilusionar, no se puede soñar con que vas a conseguir el puesto al que optas, y llega un punto que siento que me han robado, me han quitado todo y no sé a quién echarle la culpa: ¿ha sido mía? Quizás sólo necesito ser más fuerte y poner todo lo que tengo en mí en la universidad, esa mierda de administración pública que lo único que quiere es lucrarse con los únicos estudiantes que se pueden pagar sus sueños. Ahora resulta que una asignatura de pacotilla (que ni siquiera tiene nada que ver con la carrera que se estudia en sí) que se suspenda, se podrá repetir las veces que sean multiplicando su valor cada año que se repita (x2, x3, x4...), hace 3 años sólo se podían repetir 2 veces para "obligar" al estudiante a que se esforzara más, ahora si el estudiante tiene dinero que pague, que pague hasta que desahucien a los padres por las deudas con el banco. Después, encima cuando te saques los 4 años de estudio (¡ah! Por cierto, sin prácticas, o sea la universidad no ayuda a los estudiantes a buscar las prácticas, cosa que es más difícil para los menos experimentados en el mundo laboral) resulta que después de todo el rollo que ha tenido que pasar cada uno, chicas prostituyéndose para pagar la carrera, y cosas así, para conseguir tu PUTO título de MIERDA tienes que pagar 300 PUTOS euros para que, si eso, 6 meses después el puto papeleo haya terminado y te puedan entregar el título de mierda que demuestre que tú eres alguien, que en realidad la vida demuestra que no somos nadie.
  A TOMAR POR EL CULO, eso os digo a la burocracia de este país, al papeleo sin sentido, a la mierda de administración pública...
 Sé que esto pasará, esta mierda va a pasar, y yo seguiré tan enfadada como siempre con la gente que no deja que jóvenes como yo podamos esforzarnos en ser mejor para los demás, porque si yo quiero aprender de los mejores (profesores) no debería pagar, no al menos tales cantidades, ya que el aprendizaje debería ser libre, demuestra lo vivos que estamos por dentro.
 El tema de moda, se puede ir a la mierda, porque en realidad hablamos todos sin saber, sin saber porque no nos cuentan la verdad de todo, y hablamos de lo que intuimos. A la mierda con todo, ojalá el karma exista, porque entonces eso sería la justicia del destino.

miércoles, 27 de marzo de 2013

entender

Para que salimos a correr?

¿No es mejor el sofá de casa? Con sus almohadones bien amoldados a nuestros culos, o el balcón, con todos esos huecos en las fachadas de los edificios cercanos, “televisiones públicas” de programas efímeros que sólo nos proporcionaran un capítulo irrepetible. En realidad, hay algunos vecinos que les da por aparecer continuamente en la misma posición, a la misma hora. Yo soy uno de ellos, con mi termo bien caliente, sacudiendo el mate,  como si de una coctelera se tratara, con algo sobre la mesita para leer y algún elemento para llenar de migas las hojas de lectura. Esto me lleva a pensar, ¿habrá hongos en los libros de la biblioteca? O colecciones de pelos de anónimos lectores, de todas las épocas, de todas las edades, sobre todo hombres, con insipiente alopecia, que puede venir acompañado de seborrea, escamitas de piel o caspa. Los bibliotecarios más vocacionales, ¿harán limpieza de los interiores de estas obras que reposan sobre sus estanterías? Creo que no, en mi caso, ni siquiera le paso el plumero a las motas de polvo que se van acumulando en la parte de arriba de ellos, ni hablar de los que cuentan con tapa dura, en ellos se forma un canal donde las partículas polvurolientas y esporas de diversos reinos comulgan y copulan formando la famosa mota de polvo, que un día decide bajar a los suelos para coronarse reina de la pelusa. Por tanto, definimos que, los libros son las factorías de estas incomodidades que una vez a la semana (con suerte) nos dignamos a barrer.
Todos tenemos un sueño que no pasa por transpirar como un vaso de granizado en verano. Algunos aspiran a ser escritores, otros se conformarían con pintar en un lienzo una naturaleza muerta, y la inmensa mayoría a dar dos notas seguidas con el instrumento musical que hayan elegido como verdugo (yo me apunto al grupo de las guitarras eléctricas). Ese plan a futuro no lo ponemos en marcha, sin embargo nos calzamos las zapatillas como si nada.
Lo peor es que para todo se necesita tiempo, y solo hay uno, éste.
Cuál es el premio de llegar con esa cara de muerto-vivo, de zombi de película “B”, con las cuencas de los ojos hundidas, los pómulos rojísimos, las venas de la frente a punto de estallar, la planta de los pies en ebullición, el palpitar del corazón al ritmo de una batucada.
¿A quién no le gusta una asquerosa hamburguesa doble de McRonalds? Acompañada de crujientes pseudo-patatas fritas (aceite trans, por favor), cola de jarabe, y crema calórica helada con dulce de leche “dietético” y topping de Oreo para mi.
O fumarte un buen caño, quedar con el cerebro fracturado, la “mandígula” desencajada y la panza repleta de gominolas, kit-kats, maní con chocolate o garrapiñado, chips a discreción, mucha CocaCola y más chocolate. O un vermut de aquellos que duran desde las once hasta la siesta. Los invitados al desfile son el fuet, las olivas, los boquerones, las bravas (of course!), chipirones, pan tostado, tomate para frotar, ajo “why not”, croquetitas, rabas, mejillones, choricillos del infierno, pimientos de padrón, toda la batería de rebozados que se imaginen, pezqueñines sí ¡Gracias!, un eructo, repetir, mezclar, saltear, humedecer con bitter, cerveza, gaseosas o el mismísimo vermouth que le da origen a este momento mágico.
Todo lo anterior no es saludable, es disfrutable y  al parecer no son compatibles estas dos acciones. No son compatibles porque cuando uno viene de correr y se ducha, se siente tan liviano que lo acompaña con una ensalada o una manzana, depende el momento en el día que haya decidido salir. Y cuando es al revés, uno esta tan a gustito con la barriguita que acaba de generar, que para que hacerla sufrir, que sentido tiene forzar el vomito, mejor quedarse en casa, hacer bondad,  y tomarse un té de menta poleo con magdalenas rellenas de mermelada.
Como ejemplo claro, aunque a alguno le resulte de poco tacto o muy negro, de lo contradictorios que son los mensajes, las etiquetas de lo “correcto” y lo “incorrecto”, es lo que pasó en la última maratón que acunó Barcelona, donde un pobre hombre murió. Una columna del periódico posterior al hecho se jactaba en sus líneas “al menos murió haciendo lo que quería, correr”, me pareció desubicada. Ese día me dieron ganas de correr, pero de salir corriendo en busca de mis zapatillas y cortarlas a tiras, romperlas y tirarlas, cosa de que no se me pase por la cabeza morir así y que encima en el diario salga “que me gustaba”.
Lo hago obligado.

No veo, qué hace tanta gente, yendo hacia ningún lado, y vuelta.

Además, para los que usamos gafas, es un peligro, si corremos con ellas se nos empañan, manchan, transpiran, engrasan y terminamos por no ver nada, o salir sin ellas y poner el pie en el primer pozo, creando un perfecto esguince que nos alejará de los campos de concentración, donde habitualmente, los que tenemos esa “suerte”, acudimos para trabajar. 
Entonces, por qué lo hacen? Es para escuchar más aquel viejo Ipot, tan costoso, que espera como cordero la muerte a manos del ácido lobo? O como un escape al retrato familiar que le espera en casa? Para cualquiera de las dos opciones hay mejores soluciones. O te mudas lejos del trabajo y aprovechas el recorrido en un confortable tren de cercanías, que además de ofrecerte la alternativa musical, te da la oportunidad, gloriosa, de leer. O te separas y te vas a compartir piso en una habitación indecente que te dará un look de hipster bárbaro. Estas dos provocaciones se pueden hacer a la vez. Combo saludable sin ejercitar.
Espero que todos los que veo trotar por ahí no vayan al psicólogo, eso si que sería darle margaritas de comer a los cerdos, o tirar manteca al techo (la primera imagen es mejor, pero la segunda, sin entender quien haría eso, me gusta más). No puede un humano analizarse tantas veces en la misma semana. Cuando corro, vengo todo empapado, fruto del entrenamiento de esas células grises que vienen sin manual de uso ni botón de “off”.
De todas maneras en correr encuentro una buena forma de ligar, se me esta haciendo tarde, y no me gusta salir sin sol,  y estoy soltero.


jueves, 21 de marzo de 2013

La importancia de las cosas

 El otro día escuché a una chica con pinta de ... que decía "yo lo siento, pero una persona con 20 años por mucho que haya vivido no es madura", a mí me dio la sensación que se estaba excusando por su pasado, porque por supuesto, ella tendría 27 años mal llevados, ya que aparentaba 35. La cuestión es: ¿qué coño nos creemos en determinados momentos de nuestras vidas? Todos llegamos a decir cosas de las que nos deberíamos de arrepentir. A esa chica yo le diría que hay niños que con sólo 10 años son más maduros que ella, y que porque ella haya sido una cabra loca en su juventud, no quiere decir que todos tengamos que seguir la misma evolución que ella. Me da rabia, porque ella no es la única que se refiere a los niños de 20 años como niños, a esa gente, da la casualidad, que les pasa igual que a esta chica de 27 tirando más pa' 35. Yo me pregunto ¿Hace falta que juzguemos a la gente por todo? Nos calificamos unos a otros según el aspecto, la edad, el sexo, la cara que se tenga en ese momento del día... ¿Llegará el momento en que nos dejemos en paz por fin? 
 Realmente nos necesitamos unos a otros pero no nos damos cuenta, quizás necesitamos esos comentarios de mierda para enfadarnos y así aprender a defender nuestras ideas y sobretodo a nosotros mismos. Todo tiene un porqué, todo tiene un qué, todo tiene algo y no tendría que ser difícil darse cuenta, pero lo es, porque en realidad cada vez pensamos menos en la esencia de las cosas, cada vez damos menos valor a todo... No es nuestra culpa, aunque en realidad es culpa de todos conjuntamente, no individualmente. Ahora tenemos más acceso a todo, la globalización ha supuesto una comunicación directa entre todos y para casi todos, eso ha provocado que demos menos importancia a lo que en realidad realmente lo es, y mucho.
 No me gusta sentirme obligada a hacer algo que realmente no lo es. Tampoco me gusta que me hagan sentir mal por una decisión que he tomado y que en realidad no tienen la más mínima importancia, y sólo porque alguien cree que sí que la tiene, me hace sentir como una mierda por tal de ser real, como deberíamos de ser. ¿Qué pasa? Que si realmente fuesemos sinceros y reales, sería muy complicado convivir, no creo que durasen mucho las parejas, bueno no sé... Realmente yo creo que es algo que deberíamos de probar. Yo por decir lo que siento o lo que pienso, no hay ni una vez que me tenga que llevar una hostia verbal, total, por decir sólo lo que siento de verdad, y ha sido cuando he pensado ¡Vaya puta mierda! Me obligan a ser falsa conmigo y con los demás. Es verdad que la sinceridad debe de ser controlada, porque hay que pensar en la gente que tienes en frente, no se puede hacer daño o romper en trocitos a alguien porque simplemente nos apetezca ser sinceros, hay que ser humano y saber encontrar el momento en el que decir lo que realmente se piensa, con las palabras correctas y siempre por el bien de los demás y por nuestro bien. Yo pienso que la verdad nos hace libres y que también proporciona una visión nueva a los demás y aunque a éstos últimos les duela saber la verdad, sin que lo reconozcan, les estamos abriendo una nueva visión sobre sí mismos.
 No nos gusta la sinceridad, no nos gusta cuando la gente es sincera, nos cuesta ser sinceros, cuesta convivir con la sinceridad, pero realmente, es necesaria para una convivencia pura y satisfactoria.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Polen



Hoy me levanté belicoso.
Será porque la sangre esta alterada por la inminente presentación de la primavera por estos lares, o simplemente porque todo en esta vida se resume por ciclos y se está por cumplir uno.
Me sorprende que en la retina de la gente -terribles corderos, cerdos hacia el matadero- solo quede la resina de las cosas y no los contrapuntos.
Mañana habrá copy/paste a discreción. Los periódicos, esos grandes forajidos en busca del tesoro publicitario, hincharán el lomo de su edición a base de dos clicks.
La palabra “polen” intentará subir al podio de los hashtags compitiendo duro y parejo con “alergia”, “medicamentos”, “cuidado”, “precaución” y conducción.
Claro ejemplo de búsqueda.

A donde queda el término de noticia que según la fiable Wikipedia es:

Noticia es el relato de un texto informativo, en el cual se quiere presentar un hecho novedoso o no muy común, o a la relación entre hechos novedosos y/o atípicos, ocurridos dentro de una comunidad o en determinado ámbito específico.

¿Donde está lo “nuevo” en algo que ocurre cada año? ¿Por que no avisan también que luego del 31 de marzo viene el 1 de abril? No sea cosa que alguien en la oficina escriba 32 de marzo.
Cuando llega el invierno hablamos de la gripe, la vacuna, los ancianos, la gente de la calle, los refugios y el placer de comer algo caliente.
Al llegar el verano, que si nada cambia, ocurrirá dentro de 3 meses y un día, hablaran de los beneficios del agua, de los accidentes en carretera, de las vacaciones, lo glorioso de hidratarse, andar por la sombra, la prevención de incendios y las estadísticas de las ensaladas que más consume un español medio por día, si las compra en bolsa o se rompe los cuernos lavando y cortando cada verdura.
En breve vendrá la tontería más grande del mundo occidental, el cuento de que los reyes magos son los padres de las empresas energéticas: el cambio de horario.
De aquí a nada me separarán (aún) más de la mayoría de los míos. Esto tendrá consecuencia en la coordinación de las llamadas telefónicas transatlánticas. Lo más grave es la fosa que se forma entre la orilla de mi corazón palpitante y el equipo de mis amores.
Ellos, los malos, los que hablan de ahorrar cuando en el fondo no sabemos a donde va a parar ese dinero, sostienen este jueguito tonto, que para mi, sirve para distraer a los corderos durante dos días cada seis meses en las barras de los bares o en los trabajos, esos lugares donde se tocan temas superfluos, alimentados a base de lo que nos dejan ver la tele y los diarios. Por tanto, un bucle, que mantiene neuronas sin estrenar y prohíbe ahondar en los problemas serios del otro, o simplemente su verdadera vida.
Todo es parte de la misma estrategia de tomarnos el pelo, de secarnos el cerebro, y funciona, y obedecemos.
Por suerte con esta hora “ganada” no tendré que encender la luz en mi departamento de 25metros sin ventana por la mañana, a cambio de volver todo triste a las 6 de la tarde por culpa de la oscuridad reinante. Me ahorraré 6 euros de mi factura durante esos meses, para que luego me sacudan 480€ “por un ajuste” debido a una brillante maniobra del Sr. Rato, el Maquiavelo del siglo XX y XXI. Nadie se quejo de esto. En un solo programa le ofrecieron media hora, y ahí quedó, y mi bolsillo feliz, solo me robaron 444€, ja! Giles! Y los cerdos hacia el matadero, a poner la pasta y que papi no se enoje si no lo hacemos.
Cuanto desnivel, desigualdad, desfachatez y corrupción a la vista de todos, que ciegos vamos preguntando cuando es el próximo partido del Barça.
Esta jugada económica se verá perjudicada en la parte productiva, no saben que si, en mi caso, ponen el partido de Central a las 2hs., lo veré? Vale, seré un zombie al otro día, pero quien se dará cuenta, si todos lo somos, todos vamos diciendo palabras que no salen de nosotros sino del Gran Hermano que nos sodomiza: Chipreeee! Chipreee!!! Conclaveee! Papa!!! Argentino!! Chaveeeez! Momia!!! Pujooool! Metodo treeeeees!
Arriba hermanos embobados que hoy es el día de la felicidad! Lo escuche en la radio.

lunes, 18 de marzo de 2013

Crónica



No lo sabía pero su equipo iba a perder.
Se levantó como cada lunes, con todo el peso de su ser sobre su pecho y sin fuerzas en los brazos para sacarse el edredón de encima. Ama su refugio y más, los lunes por la mañana.
Ayer a la noche terminó una temporada más de una de las miles de series que sigue. Le restaban 3 capítulos que acabaría mientras cenaba,  pero un partido del Barça le recorto parte del tiempo planificada para ella.. Era la una y veinticinco, el ratón le mostraba que durante veinte minutos más el reproductor iba a seguir y sus ojos se negaban a cerrarse. Tremè no es muy divertida, pero si actual.
Exprimía naranjas mientras observaba tonterías en Twitter, no es algo muy recomendado, al menos no a la vez.
Tenía que volver a entrar al mohoso baño a por el toque final, perfume, pensaba mientras echaba agua a la pulpa de su vaso y repasaba el cristal de su móvil con una servilleta.
Una vez fuera maldijo el soleado día que se amplificaba a cada paso, durante las 60 horas de su fin de semana solo vio al sol en películas, ahora lo vería desde la ventana de la oficina, 9 horas seguidas.
Al aparcar en su plaza habitual no recordaba el camino escogido, solo lo que pensaba, su cabeza no estaba allí, estaba a varios miles de kilómetros de esa puerta que lo separaba de la libertad.
Sesenta minutos después de ponerse al día en lo laboral, pero sobre todo, en las imágenes que repetían incansablemente, una y otra vez, sus compañeros sobre las hazañas del astro del club local, estaba en el café, con su bocata en la mano y para más INRI, con el periódico deportivo.
Todo lo que ocurría en su entorno era insustancial, no tenía intensidad, como si él fuera tangible y lo demás etéreo. No era la primera vez que le pasaba, en su juventud creía que solo él existía, como si la obra estuviera compuesta de su personaje y el resto, simples marionetas.
Esta sensación de hoy le acompañaba cada vez que su equipo jugaba en lunes, cada vez que le dejaba huérfano de emociones el domingo.
Justamente ayer hablaba con su padre y tocaban, de entre muchos otros temas, éste, el presente deportivo de la institución que amaban. Central llevaba 12 partidos consecutivos ganando en la liga, hablaban de gran racha, pero su papá no conforme con esta palabra, buscó en el diccionario su significado:
racha1.
(Quizá del ár. ǧǧa, sacudida, agitación, tormenta).
1. f. Mar. Ráfaga de aire.
2. f. En cualquier actividad, período breve de fortuna o desgracia.
Iracundo el hombre le espetaba sobre su desacuerdo, ya no es breve algo que se estira de este modo, ya se tenía que hablar de continuidad de forma, de gran momento, de algo histórico, de una epopeya.
Recordaba cada rama de su charla, y también las fotos de las vacaciones de sus amigos por Brasil  que había pispiado por Facebook, cuantas vidas quería vivir y solo estaba dentro de una.
La mañana terminó tranquila, acudiría al comedor como religiosamente lo hacía cada día, batiría el Tupper, señalaría el par de minutos de cocción deseada y sacaría de la nevera su yogurt favorito, natural azucarado. La mesa la componían personajes de lo más variopinto, algunos eran muy distantes entre si dentro de la empresa y otros lo eran de igual medida con sus ideologías, más que un momento agradable, era una incomoda situación donde los más normales competían en una carrera a destajo para llegar a la pica antes y salir lo más pronto posible de ese infierno de noticias mal argumentadas, de falsas pasiones y egos demasiados subidos.
Cuarenta minutos de aire libre, en el caso de hoy, de sol, algo menos de lo que tienen los presos regulares. Por suerte, hacia poco que un Fnac se erguía en el centro comercial que lamia las inmediaciones de su reducto laboral. Tenía ganas de encontrar un libro, “Luther, el origen”, un blog con el que comparte opinión se lo había recomendado. Luther es el detective de una serie inglesa que durante una docena de episodios lo entretuvo con su violencia y su particular forma de ver las cosas, en consecuencia, de actuar.
No lo encontró. En realidad si, pero en una edición muy reciente de tapa dura que rondaba los 20 euros, una fortuna para su “mente de bolsillo”.
Puso una moneda en la maquina y el espumoso cortado salio aullando su humo. La crisis volvió las tardes en “un corredor de la muerte”, el hecho de que lo vean a uno sin hacer nada o enganchado a Internet, eran razón más que suficiente para mostrarles el portal y la oficina más cercana donde tramitar el subsidio por desempleo. Pero él se había cansado de falsear sus minutos, y sobre un papel plasmaba los bocetos de una poesía un tanto desgarradora, incomprensible y por momentos, sin sentido. Su influencia más marcada era la de Morrison, que a su vez se inspiraba en Artaud, que compartía imágenes con Blake y congeniaban con Whitman. Una muestra de lo que escribió esa tarde es:

El cencerro colgaba del interior de su sien,
La baba hacía lo propio su cajeta,
Ya no espinaba sus sueños con maquetas,
Jugaba a ser otro pero quien,
Todo lo anterior bailaba olvidado, aliviado, alineado.
Su estrella, estallaba más próxima,
Su esencia volvía a la nada, aire, sujeta, veleta,
Podría esta paleta iridizar lo acumulable
Roja su materia se despedía rauda y caudalosa
Firme, tiesa y lila su mano, señalaba el momento,
Hay un firmamento para el firmamento,
En busca de ese temor su barco partía.

Estuvo hasta las cinco dándole vueltas a las palabras para conectarlas, para su suerte ningún supervisor pasó por ahí, su futuro seguiría ligado a su escritorio al menos un día más.
Despedida fugaz, los mates, ese inconmensurable nexo con su pasado, estaban a la vuelta de la esquina para saciarlo, para acunarlo, para hacerle sentir que todo estaba bien, que estaba en casa y nada malo podía pasar.
Tibia la pava se arrodillaba en el negro cristal que la llenaba de hervor, un par de traviesas palmeritas ya se deshacían en su boca.
Lo que quedaba de la tarde estaba reservado a los quehaceres de la casa, fregar cacharros, preparar la cena y la caramañola para mañana, barrer pelusas, juntar migas, comprar pipas y por último, acomodar el sofá desde donde simularía una grada de su añorada cancha.
A setenta y cinco minutos de partido transcurridos no se explicaba que había pasado, por qué el marcador mostraba tan dolorosa realidad.
Sonó el teléfono 3 minutos más tarde del pitido final, era su amigo con voz inquisidora:
-Ayer hablaste con tu viejo?- dijo sin previo hola.
Sorprendido no dudó en responderle con negativa afirmación.
-Estas seguro?- Bramó esta vez el otro.
Secó sus lágrimas, su equipo iba a estar otro año más en segunda, y se puso a pensar. Ayer que fue? Sábado? no hablé con él.- dijo.
-No tarado! Domingo!- salió el grito del tubo.
-Uhhhh, tenés razón, nos comunicamos a la tarde- tristemente añadió.
-Es tu culpa, sábelo! – y cortó.
Una tarde primaveral del año pasado habían llegado a la conclusión de que cada vez que él y su padre hablaban por teléfono el día antes de un partido, el “canaya” perdía, no fue una simple apreciación, siguieron este caso durante varios fines de semanas, en algunas ocasiones les dolía el hecho de comprobarlo, pero marcaban adrede aquel fatídico número, se contaban un par de gansadas y por arte de magia al otro día, para decepción de muchos y sorpresa de pocos, Rosario Central caía.
No hay que ser cabuleros, pero por si acaso, no tentemos a la suerte.

miércoles, 6 de marzo de 2013

La razón de actuar

 Los psicólogos obligan a mirar atrás a uno para conocer el porqué de sus actos, no es que yo haya caído en las redes de un psicólogo, son cosas que te cuenta alguien o simplemente ves en las películas. Hay mucha lógica en ello, ya que si pensamos en la de veces que nos habrán hecho daño a nuestro pobre y humilde corazón desde que teníamos 0 años, todo cobra sentido.  Es por ello que actuamos de determinada manera respecto la familia, amor, amistad, etc. nos echan en cara una y otra vez que porque somos así o asá. ¿Por qué no nos dejamos todos en paz? O sea, yo a ustedes y ustedes a mí. Hoy tengo ganas de mirarte a la cara, mañana tengo ganas de no mirar a nadie, pasado tendré ganas de decir gilipolleces una detrás de otra, ya está, no me juzgues por ello, no me juzgues por querer ser como quiera ser.
 La forma que adoptamos a través de las experiencias en nuestro modo de actuar es una manera de demostrarnos a nosotros mismos lo rencorosos que somos en realidad, ya que de alguna forma para bien o para mal, nos quitamos y ponemos más escudos o paredes a nuestro alrededor a medida que pasa la vida.
 ¿Algún día nos cansaremos de pensar? Darle tantas vueltas a los asuntos no es bueno para la salud, ni mental, ni física: mentalmente nos volvemos locos, y físicamente... cada uno tiene sus manías, yo me rebiento los granos cuando estoy muy pensativa (qué asco doy). Hablando del asco que doy últimamente, ¿estaré de nuevo en la pubertad? No entiendo muchas de las cosas que me están pasando en mi cuerpo y que no puedo controlar. ¿realmente hay algo que podamos controlar? Me está costando mucho pensar algo que pueda controlar, no creo que podamos controlar la vida, por mucho que las frasecitas bonitas que diga la gente nos diga que sí, yo pienso que no. La muerte domina la vida y la vida se ríe de la muerte, no podemos controlar la vida, ni la muerte, ni el dinero, ni a los hijos, ni a las mascotas, ni el trabajo... Estoy valorando el control de una forma específica, no general, o sea pensando en profundidad. No controlo mis pies cuando se duermen, o mi barriga cuando hace ruido, no controlo mi cerebro cuando sólo quiere que llore... En todo hay otros factores entrantes que hacen que te des cuenta de la complejidad de todo, por ejemplo, el ordenador va por electricidad que yo no controlo, la electricidad la controlan las facturas que se pagan.   (...)

martes, 5 de marzo de 2013

Para concurso (Revisited)



Esta calentito.
Llevo tiempo viniendo aquí. Si haría un esfuerzo muy grande recordaría el primer día, pero no tengo ganas de pagarle horas extras a mis neuronas.
Es invierno, y no se si existirá una explicación anatómica para esto, pero me parece que una válvula en la vejiga se debe aflojar. Uno no para de sentir ese cosquilleo interno que provoca que visitemos los sanitarios con una frecuencia inaudita.
Vengo aquí, porque me echaron del otro, no por mal comportamiento, sino por la situación actual del país. Decidieron chapar el gimnasio que solo tenía aparatos para unificar a toda su sociedad en el que cuenta con piscina a pocos metros del anterior. Pagamos más, pero muy poco, y echar unas brazadas de vez en cuando se agradece.
Por suerte o por desgracia, como siempre pasan todas las cosas, me vino bien. Me lesioné la espalda y para soportar el dolor del pinzamiento, pero sobre todo, para el sufrimiento de los infinitos y laberínticos turnos médicos que hay que esperar para acceder al verdadero dictamen.
Son dos años los que pasan desde el mal gesto hasta su verdadero diagnóstico: hernia discal L4 / L5 (la L es de lumbar y el número la altura a la que se encuentra). En ese tiempo conocí a un montón de profesionales, unos muy duchos, otros muy “Duce” y algunos que se tendrían que considerar dichosos de que les sigan pagando por su inutilidad.
Así que en nadar encontré un lugar donde puedo caminar sin notar el peso de mi ser, el peso de mi carga, el peso de mi consciencia. Allí soy el más veloz de los usuarios, que de media son sexagenarios.
 Más tarde descubriría que de la misma manera que actúa la moto lo hace la natación, de psicólogo. Ese estado de soledad que no podes aniquilar con auriculares, hace que te replantees mil cosas, y que no se te pase por la sesera la idea para un libro, para ese libro o ese cuento que hace tiempo quieres editar, porque o saldrás corriendo hacia el vestuario en busca de tu móvil para teclear en un “bloc de notas” (cosa que acarrea dos inconvenientes, que tengas los dedos mojados y el teléfono sea táctil, y el riesgo de resbalo y fractura expuesta), o estarás repitiendo la idea hasta terminar el ejercicio para que en la ducha veas el micropene del vecino y se te olvide. O sea que mejor no pensar en esos minutos en un best seller.
Mi padre decía que a él no lo encerremos en el loquero a menos de que empiece una conversación o relato, se vaya por las ramas y no sepa volver a la idea principal, esa máxima la robe para mí.
En una de las tantas sesiones de rehabilitación, pre-operatoria y post traumática (porque más tarde me dirían que en ellas me lesionaron más), el fisioterapeuta, un señor robusto de 109 kilos que se apoyaba en mi gemelo con su pecho y llevaba mi rodilla hasta el mentón petándome por completo el disco, me dijo que la columna era un porcentaje altísimo de agua y vitamina C, para eso me recomendó ejercicios matinales (que pocas veces hice), 2 litros de agua al día y Redoxón o cualquier complejo vitamínico donde predomine la C.
La suma de los factores altera el sistema. Al menos el mío. El frío y esa cantidad de líquido elemento hacen que mis estadísticas se incrementen de manera brutal en la productividad de mis riñones.
Son las 3 de tarde de un viernes gris. La piscina tiene un carril por barba o viceversa. Somos 4. Me estoy meando.
Nunca de mi periodo consciente he orinado en un recinto acuoso de pública utilización y cerrado. Con esto quiero decir que a veces, muy pocas, lo he hecho en el mar o río.
Recuerdo la semana que nació mi hermana fue un desmadre, con la gente yendo y viniendo a la maternidad yo campaba a mis anchas disfrutando de los últimos días de miembro prioritario de la familia, al festín estaban invitados mis dos grandes amigos de la infancia Pachi y Ramiro. Esparcimos todos los juguetes por toda la gran superficie de la casa, cambiábamos de temas y argumentos como uno ahora pasa videos en Youtube, pasábamos de He-Man a los autitos de ahí a los Tentes previo pit-stop por la chocolatada, subimos a la terraza y nos metimos en la pileta sin la ropa adecuada, salpicamos todo, saltamos todo el tiempo burlándonos de la prohibición existente en esa materia. Y meamos, o eso fue lo que les dije porque creo que no me anime. Desde entonces que soy riguroso.
Como forzar algo que no sale natural?. Voy y vuelvo casi sin respirar entre brazadas, y el pinchazo a la altura del vientre aumenta, no puedo aguantar esta tortura. Que hago? Salgo? Si me enfrío puede darme uno de esos espasmos que generan temblores, y ellos repercuten en mi reciente intervención quirúrgica. Meo?
Voy  hasta una punta, la más oscura, pero no hay huevos. Recorro otra vez el largo, en sentido opuesto, a ver si cerca de los tubos que emanan el agua (en este caso, caliente) mi esfínter uretral me da rienda suelta. Pero mi cabeza es más potente, recuerda leyendas sobre colorantes para este tipo de acciones que deschavan al ejecutor. Yo no quiero que me señalen con el dedo y me tenga que mudar de barrio en busca de otro gimnasio municipal tan económico, pero me hago pis.
Me vienen imágenes de los días de “padres y bebes” que organizan en este establecimiento, y de lo turbia que esta el agua, del asco que me da pensar que los niños no saben utilizar el freno, de que ninguno de los que esta dentro del cuadrilátero pasa revisión médica, que los padres igual vienen de follar como energúmenos, y para ser “ecológicos” y no malgastar la ni corriente eléctrica ni los metros cúbicos indicados en la factura de AGBAR, vienen todo sudados, llenos de segregaciones y fluidos corporales a asearse, no les importa que una formadora se les acerque para que corregir la postura de las manos en la nuca del primogénito, ellos ahorran y se limpian en esta agua.
Por qué yo no? Apretó con ganas, con revancha, con rabia y aun así ni gota.
Cuando me relajo, ya van 20 idas y 19 vueltas de 25 metros cada una. Ya estoy entregado, romperé todas mis convicciones y honores, mearé, ya lo tengo amasado, en la punta, solo hace falta el disparo de salida.
Termina siendo en la zona oscura, alejada del socorrista, donde el ocre menos se distinga, pero quizás me pillen por el calor. Sin parar de excretar hago un poco de crol, llego a la parte más cálida, miro hacia abajo no se sospecha nada, nadie me mira, respiro profundamente y no se percibe ese aroma tan varonil. Mi miembro no deja de expulsar, empiezo a asustarme,  voy caminando, practicando un poco de torsión espinal hasta el medio, me hago el disimulado y el chicato apuntando mi vista hacia el reloj de pared que marca las 3 y cuarto. Debajo palpo con los pies una rejilla bastante grande, es un buen lugar para hacer unos estiramientos mientras acabo el acto. Será justo aquí abajo donde se encuentren las colecciones más variopintas de vellos púbicos y cabellos del barrio? Quien y que día harán el mantenimiento? Lo comentaran a la hora del café?
El tema es que parece viernes a la madrugada cuando sales de copas por el Raval y te arrimas a un árbol para mear, divisas las luces azules girando de los “malos” y tu churra no te obedece, está tan borracha como tu, y no quiere que la presionen.¡Dejarme vomitar en paz!- debe decir.
La aguja larga se posa sobre el 5. Puedo hacer un manual con todas las elongaciones que hice. Creo que esta parando. Me podré ir. Ya no quiero hacer espalda, no quiero volver a sumergir la cabeza.
Le apunto al ángulo más cercano a la puerta del vestuario, allí no hay escalerita, solo se encuentra el aparato hidráulico que ayuda a los discapacitados a meterse. Cojo carrerilla, calculo donde poner los brazos y como efectuar el movimiento para emerger de la mejor manera. Toco el azulejo y cuando voy a tomar impulso, diviso un enorme sorete atrapado en el artilugio mecánico, entre la sillita y el mástil.  Me voy triste conmigo mismo, soy un corrupto, pero siempre hay uno más grande