martes, 15 de octubre de 2013

¿Sirve de mucho ser orgulloso?
¿Servirá de mucho guardar rencor a una persona?
 La gran mayoría de gente, sobretodo las personas sabias, dirán que no merece la pena perder el tiempo en "malos" pensamientos y sobretodo perder el tiempo en personas que no lo merecen.
 Hace relativamente poco tiempo que me di cuenta de que realmente soy una persona bastante rencorosa, pero en cambio también hay que decir que soy de las que da muchas oportunidades.
 Todos tenemos varias caras, máscaras o disfraces, según en qué momento estemos somos de una forma, según con quién estemos somos de otra, podremos negarlo y decir "no, yo siempre soy igual y me comproto de igual forma" pero no, seamos sinceros, veámonos desde fuera y veremos que con nuestra pareja a lo mejor somos más ásperos (según el tiempo que se lleve), ya que la confianza da asco,  con un amigo al que vemos poco seremos serviciales y simpáticos, con el amigo que siempre está ahí seremos más realistas y a su parecer "más bordes", aunque en realidad sería por un tema de protección.
 La cuestión es que estamos todos ligados por mucho que nos queramos quitar los lazos, siempre pensaremos en alguien y por mucho que nos guste estar solos, echaremos de menos a alguien o al menos, el pasado de alguien. 
 A veces pienso, pero otras veces me limito a ver la realidad, y la realidad es que cada vez hay menos relaciones sanas, hay menos sentimientos y menos pureza, al menos en mi caso.

miércoles, 9 de octubre de 2013

cosas que te pasan si estas (casi) vivo

Llegué tarde otra vez, llegué otra vez pisando 3 o 4 minutos por encima del que debo clavar. Intento echarle la culpa a los, pobres, 4 semáforos que me cruzo en mi travesía. Repienso si el reloj me traicionó, pero no fue así, es más me dio tiempo a lavar la taza del té y el vaso del zumo, religioso, de naranja.
No es la primera vez que me pasa, y por desgracia sé, que no será la última. Cuando flaquea la productividad, pesan los pies, hacen más esponjosa la almohada, más calentita la cama, más cariñosa la casa, menos veloces las acciones de acicalamiento, y más ondeante el alma.
Es que llegar y no hacer nada, pero nada, es terrible. Pero entrar y no hacer nada, no tener un sitio propio, no tener paredes tras las que esconderse, escritorio al que pegar mocos, Internet de la que abusar, silla a la que martirizar, es mucho peor, eso sumado a que hace un tiempo comparto un puesto con otro operario, él hace reducción de jornada (de momento con 6 horas le alcanza para solventar la economia de su hogar), cuando todo funciona dentro de la normalidad, yo aprendo mientras él me enseña y por la tarde, hago mis pinitos solo. Cuando no hay absolutamente nada para hacer, él se sabe las tretas para malgastar su tiempo haciendo ver que lo que hace es productivo, mientras yo, parece que falté a esa clase.
Cuando menos trabajo hay, la gente hace más ruido, más viajecitos de aquí para alla, más retaconeo, un sonido nervioso, casi marcha militar. Cuando menos hay para hacer más se mira al del costado, para ver si la soga ya le llegó al cuello, si la guadaña esta cerca de su cabeza, si ya le corrieron el banquito. Los celos, la mugre de la sociedad sale a flote, como un día de lluvia en que la mierda sale de las cloacas hacia la calle, o las veredas se llenan de barro. Es un todos contra todos sin paz, sin tregua. Gastan la lengua en herir la imagen de otro a discreción. Sin discreción.
Todo esto pasa, y los jefes se meten en el huracán, ellos, que pasan el resto de los días aprovechando el confort de su sillón de cuero, salen, como un balsero, en plena tempestad, pero no con animos de salvar vidas, sino de hacer olas, de que todos se ahoguen en miedo, y de demostrar que el bote es chiquito.
Por supuesto que cuando estos predadores salen de caceria, no puedes ser debil, no debes tener el movil (ese aparatito hijo de puta que hace que nos evadamos más de la cuenta), no puedes dispersar tu mente en otra cosa (como en este momento estoy haciendo), tienes que, no sé, hacer que haces. Actuar de trabajador, simular que todo marcha bien, que vendrán tiempos mejores y que esto es una buena pausa para poner al día temas olvidados. Para sacar el plumero, para etiquetar cosas, para mover cosas de lugar a otro sin sentido, todo para cuidarte el culo, el miedo manda, el terror esta instaurado y estamos todos infectados.
Cuando llega esa premisa me siento como un soldado, de esos obligados por edad y no por vocación, al que se le pide que mate un enemigo, que al igual que uno, tal vez, ni quería estar ahí. Por tanto me revelo, cojo el telefonito ante la vista sorprendida de algunos, me quedo sentado y leo ante el asombro de otros. Escribo, como ahora, sin pensar en la cantidad o calidad de gente que esta pasando por detrás mio, en este ordenador que su pantalla tiene la espalda contra la pared y la vista hacia los ojos de todo el mundo. No me importa, como no me importa esta crisis, como no me creo más a nadie, ni a los políticos, ni a los patrones, ni a los colegas y hasta me atrevería a decir que ni a algunos de los que pensaba que eran mis amigos.
La cosa esta mal, muy mal, no hay que ser irreflexivos en esto, pero no pueden hacerle mal a nuestra esencia. No podemos deshumanizarnos. No podemos clavar una estaca en el fondo del patio y atar a nuestros sueños como un perro malo. Cada vez estoy más cerca de creer que lo realmente bueno es el filo del abismo. Aquel tan seductor y a su vez, tan profesor. Aquel que te sacude como una noticia triste, como la muerte de un ser querido, aquel que te lleva a reflexionar, y a cambiar. Aquel que con el dolor de desacomodarte te vuelve a dar dientes para mostrarlos, para morder, para atacar o para pasar hambre y pensar, que con el estomago vacío salen las mejores ideas, las mas internas, las que vienen con el fuego de una ulcera que no queremos repetir.
Espero que un inteligente bien pagado tome una buena decisión, sino, habrá que arremangarse y tirarse a la piscina, por mas miedo que nos dé lo hondo, siempre hay un fondo, se puede tocar y se puede volver a subir, sino todo lo nuestro es suicida, venir a este mundo para no probar variantes es depresivo. Pobres los que se sienten sin fuerzas, a esos habría que arrimarles el hombro, a esos habría que decirle cosas como estas, a esos habría que mostrarle la cartera para que vean que estamos todos iguales y que tambien necesitamos de ellos para salir adelante. Siempre se puede, al menos, intentarlo.
Y como decía mi abuela, todo tiene solución menos la muerte.

domingo, 6 de octubre de 2013

positivo



Atate el pelo, subite atrás, poné bien fuerte “Born To Be Wild”, y aguanta todos los embates del viento lo mejor que puedas.
Así será mi mensaje, furioso y rápido. Claro, con amortiguaciones, ruidoso.
Luminoso, como los días en que no eran nuestros, sino míos y tuyos. De los dos, pero con el factor común poco desarrollado.
Agarrate, abrazate a mi minúsculo cuerpo, hacelo de la misma manera que lo haces cuando nuestras almas se funden y dejan que nuestros cuerpos suden un rato y se den lo que necesitan. Algo de amor.
Vamos por la mitad de la soleada ruta, las ruedas se adhieren bien, el pavimento es la vida. Se puede rodar sobre ella todo lo que quieras, el día que te caes duele, un día puede que no te levantes, pero, ¿Cuántos kilómetros harás por su mezcla hasta que llegues a eso?
Es un camino a ningún lado. O a muchos. Es como un paseo sin rumbo. Quizás la noche nos sorprenda bajo un techo estrellado, quizás un los guardianes mosquitos de un lago nos dejen dormir, tal vez la luna ilumine los últimos minutos de nuestra unión, esa que a la mañana esta tan deshecha como las sabanas.
El termo sigue caliente, hoy no nos olvidamos de la bombilla, el tronco que sostiene nuestro desayuno se pregunta que es lo que bebemos. Hace tiempo que le perdiste el miedo al mate, y a otras cosas también. Hace un tiempo que soy más yo de tenerte a mi lado, y otras cosas también.
Boggie Chillen’ viene de improviso a mi cabeza, el tintineo de esa guitarra me azota, me deja desnudo ante mi próximo sueño por cumplir. No hay nada que se interponga ante las ganas de un hombre.
Sobre las luchas y la música, sobre esos pilares se construye tu imagen. Tanta claridad de golpe entró por la ventana de mi corazón el día que te vi, que creo que es el acumulador que más energía me sigue dando cuando se cortan las luces de la gran ciudad. La de mi mente.
Quiero llegar a una cascada, volcarme sobre el agua, que no haya nadie, que sea miércoles, que la rabia de la rutina se haya quedado encerrada en el mismo momento que la llave dio su último giro, quiero que nada me preocupe más que seguir buscando fotos para mis recuerdos. Que el tiempo pare, que se ralentice, que serpentee como Morrison a su micrófono, que amague con caerse, que cierre los ojos, que de un salto y nos conceda ese waltz.
Si atardece que sea sobre un mantel, que el libro se haya llenado de pasto, que la sombra del Eucaliptos no pare de refrescar mis memorias, que en el narcótico momento tu sombra a contraluz muestre ese vientre hinchado y mi eternidad entre tus pechos y ese monte. Que los duplicados latidos de tus pasos paren justo frente a mi, permitas que bese tu piel, te haga lugar, me seque la baba de la siesta donde tenía una pesadilla de mi vida anterior, y te sirva un rico té.
Cuando el atardecer, indecente e infaltable, grita como Jagger en Sway, las cosas estan recogidas. Rodar de noche es entrar en comunión con habitantes desconocidos, chicas que venden lo que queda de sus almas, pues sus corazones estan detrás de ese viejo motel, cerca del baño, al costado del almacén de bebidas, en una cuna. Lobos corredores, jaurías de buscavidas, mercenarios, responsables de martillar sus presentes a cambio de dignidad para sus planes. Animales de poca compañía. Bichos que durante la diurna jornada no se atrevían a dejar sus escondites. A muchos nos pasa lo mismo. Pero un día cruzamos la calle sin la mano del mayor.
No se a donde vamos, no creo que nos importe más que estar bien, ayer el subtitulo de una serie tiraba: “tu eres mi hogar”. Creo poder decir que siento lo mismo.
Un día las viejas heridas nos harán más libres, volveremos a tener bocas precoces, volveremos a tener lenguas sin mordeduras y caricias sin ataduras, hasta ese momento, sigamos curándonos de la manera que nos sale.

martes, 1 de octubre de 2013

Martes

elbicho juega con tantas imagenes, es ponerlo en el reproductor y llevarme a aquel tren que nos traía de una experiencia, de un viaje, de un sitio, de una vida cortita. Nos arrastraba a un final trágico, veniamos cansados, no derrotados, pero casi, encima, a mi se me da por quedarme y ella por irse. Bueno en aquel tren le presté un auricular a mi madre y allí lo descubrió, alli se pegó su imagen a esas primeras canciones.



Por lo visto, va el subconsciente finito, agarrar 3 cds. y que dos de ellos vayan por el mismo camino tiene guasa. "Arena en los bolsillos" es el primer álbum de Manolo Garcia como solista, desconocido para mi, conocido para mi madre que ya estaba al tanto de sus andanzas con "El último de la fila".
Al cerrar cada noche el pub de Alcocebre, uno de los dueños (eran 3 hermanos y una madre), encendía las luces y echava a los clientes con "San Fernando, un ratito a pie y otro caminando", despacito.
Como un rico Fernet, así de despacito tambien iba entrando en mi aquella canción, que le hice conocer a madre sin saber de todo lo anterior, así fue como de aquel pueblo nos vinimos con arena en los bolsillos, con muchos pájaros de barro y con muchas canciones que erizan la piel de solo ver el nombre.



Si se sorprendieron con el precio de los cds. de Bunbury (1 euro) si supieran que éste de Joe Coker me costó 21 céntimos menos, no me creerian, pero si El Corte Inglés acepta que hubo un error de etiquetaje, hace frente al hecho, rectifica su error para el futuro, pero tu te llevas lo que querias al precio que decia.
En el interior de esta piñata hay éxitos de los Rollings y de varios artistas más que por aquellos hermosos setenta compartian magia con este joven.

(miren lo bello que está! y lo loco!)